Lunes, 05.30 de la mañana, suena el despertador. Con sueño como siempre antes de un viaje, por terminar de hacer las maletas de madrugada, me voy a la ducha. Empiezan las vacaciones: unos amigos nos vamos de crucero por el Mediterráneo. A guiriguear, que se nos hace tarde.
Estamos en julio de 2008 y durante el 2007 no salí al extranjero, por lo que ya necesitaba infiltrarme en guirilandia. Además, no siempre se puede hacer un viaje con colegas, y estábamos dispuestos a pasarlo genial. Elegimos un crucero por el Mediterráneo. El crucero porque a ellos les hacía ilusión, porque se ven muchas ciudades diferentes en pocos días y porque... porque son la caña. ¿Mediterráneo? Cuestión de dinero sobretodo (cogimos un camarote para cuatro). Además, me hacía ilusión ir de "guía" en algunas de las ciudades, y ver otras que aún no conocía.
Al aeropuerto. Desde Málaga cogemos un avión que nos lleve a Barcelona (de donde salen la mayoría de los cruceros) y después de facturar repasamos el itinerario: lunes en Barcelona, martes en Livorno (Florencia), miércoles en Chivitavecchia (Roma), jueves en Nápoles, viernes en Malta, sábado en Túnez, domingo de navegación y el lunes otra vez en Barcelona.
El crucero que habíamos elegido era de la compañía Iberocruceros, el barco es el Grand Mistral, cuya imagen se puede ver en la cabecera de esta entrada. ¿Qué podemos encontrar en el barco?. Lo típico de todos los cruceros, ni mucho más, ni mucho menos.
El Gran Teatro Ibiza es bastante aceptable y realizan espectáculos diversos, en el Casino San Remo (que sólo se abre cuando se está en alta mar, por las leyes del juego) podemos jugar a unas tragaperras o echar una partidita de dados, póker o black jack. En el Club Banderas, siempre hay musiquita y es un buen sitio para pasar el rato. También tienen dos espacios para niños, uno para los más pequeños: el Club Popi y otro para los que se acercan a la adolescencia: el club 10. Nunca he viajado con niños, por lo que no puedo dar mi opinión de estos dos espacios.
Pero, tras haber disfrutado de un crucero de una compañía americana, me encontraba en un crucero español. Esta vez no mejoraría mi inglés, pero el olorcillo de las cocinas suple todo lo demás. !Qué bien se come en un barco español!
Por las noches, como siempre, cena de menú en el Restaurante Mallorca, con platos muy elaborados pero riquísimos. Si quieres algo informal, puedes ir a la pizzería o al grill que están junto a la piscina. En el buffet Bahía de Palma, puedes almorzar, desayunar, cenar, picar entre horas o lo que sea en este buffet libre (bebida no incluida) con vistas al mar. El restaurante Formentor es sólo para las suites de unas plantas concretas, vamos, para los camarotes más caros donde un músico toca el piano mientras comen (creo recordar que éste restaurante era por suplemento, es decir, que no estaba incluido en el precio del crucero).
Otra cosa buena de que fuera un barco español y no americano era el café. Del que huele, con cremita y sabe bien. Los mejores sitios el Borsalino Piano Bar (nosotros también podemos disfrutar de música en directo) y el Café Navona. En el café Gijón, ponen música latina, principalmente. Se puede tomar una bebida en el Café de los Artistas (aunque es muy pequeñito), y un mojito de ron cubano en La Bodeguita de enmedio, cerquita de la piscina.
Lo dicho, hemos llegado al Barco (el taxi te deja en la misma puerta de embarque), soltamos las maletas, caemos rendidos en las camas, nos quedamos dormidos sin querer y... ¡Pi! ¡Pi! ¡Señores cruceristas prepárense para el simulacro de evacuación en la cubierta correspondiente a su número de camarote!. Grrr. Y comienzan las vacaciones, con sueño sí, pero con muchas ganas. ¡Zarpamos!
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