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martes, 20 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte VI, Túnez)

Sidi Bou Said, Túnez


Hoy es sábado y Túnez es nuestro último destino antes de volver a Barcelona. En Túnez hay que desplazarse bastante para conocer lo más destacado del país, por lo que habíamos reservado una excursión contratada por el barco. Teníamos dos opciones: panorámica de Cartago, Sidi Bou Said y Medina; o Descubriendo Túnez.

La excursión de la panorámica era de medio día y prácticamente no se saldría del autobús (de ahí lo de panorámica). El barco estaría en Túnez desde las 9 de la mañana hasta las 7, y esta excursión acababa a las 14:30, volviendo al barco para comer. El precio era de 43€ por persona.

La segunda opción, descubriendo Túnez, costaba 65€ pero tenía el almuerzo incluido y estaríamos gran parte de la tarde todavía en tierra. Eran 22 euros más, pero tenía almuerzo y mucho más tiempo en un país que ninguno conocía. Así que elegimos esta opción.

En Túnez la moneda es el dinar tunecino, pero no hace falta cambiar nada, pues en todos los sitios aceptan euros y dólares; eso sí, cuidadito con el cambio. Sus idiomas oficiales son el árabe y el francés, pero la inmensa mayoría (al menos las personas que se dedican al turismo) hablan inglés y español. No hay que olvidarse el pasaporte (aunque como viajábamos en un crucero ya era obligatorio).

El barco ha atracado en el puerto artificial de la Goulette y desde allí nos vamos en autobús hacia Cartago. En Cartago, fundada por el 814 a.C., encontramos restos púnicos y romanos de la antigua ciudad. La leyenda dice que fue fundada por Dido, protagonista femenina de la historia de Dido y Eneas que aparece en la obra la Eneida del poeta romano Virgilio.

En Cartago encontramos las termas del siglo II de Antonio Pío, en las cuales aún se conservan columnas y partes de muros; también algunas salas mantienen la estructura original. Eran las termas más importantes del imperio romano tras las de Roma, y su ubicación junto al mar las convierten en una visita interesante.

Abandonamos Cartago para visitar el pueblo de Sidi Bou Said que se encuentra sobre un acantilado que nos permite ver la bahía de Túnez y Cartago. Aquí encontraremos ofertas (no hay que olvidarse de que el regateo es una norma obligatoria) pero debemos resistir, pues los mejores precios los encontraremos en el zoco de Medina. En Sidi Bou Said vemos un pueblo medieval que conserva la arquitectura típica tunecina, con sus blancos y azules, como podemos ver en la foto. Allí visitamos la casa de Sidi Dar el Annabi, sidi se podría traducir por "santo", porque a las personas buenas que hacían cosas por la ciudad los convertían en Sidi. La entrada cuesta menos de 2€. Al comienzo de la visita  nos invitaron a tomar un té en el patio.  También encontraremos una escena de boda para ver los trajes típicos, y otras salas, pero lo mejor es la biblioteca. La biblioteca merece mucho la pena porque en ella encontramos fotos, algún arma, documentos firmados y, por supuesto, libros.  Aunque lo que te deja mejor sabor de boca es  la azotea, pues te permite disfrutar de unas vistas espectaculares.

Abandonamos Sidi Bou Said para ir a comer tempranito a un restaurante tipo buffet donde comimos el mejor cous cous que he probado en la vida. Con el estómago lleno y ganas de más nos subimos al autobús durante media hora para dirigirnos al otro lado del lago de Túnez, hacia el oeste, donde se encuentra el museo del Bardo.

Pero antes de dirigirnos al museo haremos una corta parada en la Cathedrale Saint-Louis, para ver desde su mirador unas vistas maravillosas. No llegamos a entrar, pero por fotos he podido comprobar que es preciosa. Volvemos al bús.

El museo del Bardo está ubicado en un antiguo palacio de los Bey, construido a finales del siglo XVIII. Tiene más de 34 salas que podemos visitar en orden cronológico para ver todas las culturas que han pasado por Túnez. Impresionantes las cerámicas etruscas, las máscaras egipcias, junto a los mosaicos romanos y paleocristianos. Los mosaicos son realmente fantásticos y enormes, los mejores que he visto nunca.

Y otra vez al autobús (esta vez para estar menos de un cuarto de hora) pues nos dirigimos a la Medina de Túnez. La Medina fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, ya que es una de las mejores conservadas del islam medieval. Aquí vamos a preparar la cartera (aunque todos los guías recomiendan tenerla bien controlada debido a los robos) ya que estamos en el zoco. Podemos encontrar perfumes, joyas (la plata es famosísima), alfombras y todo tipo de trabajos en piel, como bolsos o pufs, junto a trabajos artesanales de madera, normalmente de olivo.

En el zoco es importante regatear bien, es común que el vendedor (que no es fijo en la tienda) quiera cobraros una comisión de la transacción de la que el comercio no se entera (o finge no saber). Con esta comisión podéis presionar para que os hagan un mejor precio. Para conseguir buenas gangas lo mejor es intentar comprar varios artículos en el mismo establecimiento y así luchar por un precio global, por lo general más bajo que si compramos los productos uno a uno.

No hay que ofenderse por el tema machista, pues para ellos lo normal (a pesar de estar todo el día trajinando con turistas) es tratar con los hombres. Creen que son ellos los que llevan la voz cantante y se sorprenderán un poco si una mujer es la toma las decisiones en una compra. Pero no hay nada más, son culturas diferentes y al final todo se queda en anécdota (como un "mujer ve a mirar bolsos mientras cierro el acuerdo con tu marido"). Pero a los turistas nos tratan muy bien, sea cual sea nuestro sexo, y todo se puede arreglar con una sonrisa.

Así que después de un día que disfruté mucho, cargados con un puf, un bolso (veo la ironía), un juego de ajedrez de madera de olivo, una cachimba y varias cositas más, nos fuimos para el barco. Esto se acaba, mañana todo el día a bordo del Grand Mistral para volver a España.

Ma'as-salama (es adiós en árabe).



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