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martes, 20 de septiembre de 2011
El crucero americano (parte V, Livorno, Florencia)
Bien, hemos llegado a la Toscana italiana, mostrada tantas veces en multitud de películas y libros. Y es que hay que reconocerlo, la toscana italiana es un lugar que hay que visitar.
El barco nos deja en Livorno y nuestro destino, al menos si es la primera vez que vamos es que veamos Florencia. Estaría genial ver también Pisa, pero eso dependerá de la excursión que contratemos.
Como yo ya había estado antes en Florencia, decidimos coger una excursión "Florencia a tu aire" que lo que hace es que te llevan allí en autobús y te recogen a una hora en concreto. No nos quisimos arriesgar a coger el tren u otro transporte por nuestra cuenta, pues hay muchos kilómetros de autovía y carreteras, y un atasco podía arruinarnos el viaje.
Así que cuando el autobús nos dejó junto al río, fuimos hasta la iglesia de la Santa Cruz (Santa Croce, pronunciada santa croche) que es siempre el punto de encuentro. Desde allí lo hicimos fue dirigirnos directamente hasta la Galería de la Academia, donde se encuentra la escultura El David, de Miguel Ángel. Se puede pedir hora de visita, que hay entradas cada 15 minutos, y así no esperar la cola enorme que siempre se forma. Aún así, lo mejor es ir directamente, pues de lo contrario se acabarán y pueden darte hora para después de tu hora de recogida en el punto de encuentro.
El David es impresionante y merece la pena verlo. Además, esta vez vamos más sueltos de tiempo (Florencia no es Roma), pues es una ciudad pequeña (al menos el casco viejo) y se puede recorrer a pie en un sólo día.
Hay puntos de interés que debemos visitar: el palacio Vecchio (palacio viejo), el puente viejo,la plaza de la señoría, la plaza de la república, la galería de los Uffizi (si nos da tiempo a entrar), y, por supuesto, la catedral de Santa María de las Flores. Totalmente impresionante.
Su cúpula la diseñó Brunelleschi y en ella se basó Miguel Ángel para construir la de San Pedro en el Vaticano. Se aprecia por ejemplo en la nervadura exterior, en lugar de llevar los nervios en el interior como se hacía normalmente. Su tumba (la de Brunelleschi, se halla en la cripta, que se puede visitar en la misma catedral).
Si tenemos tiempo y fuerza en las piernas, podemos subir al Campanille (la torre alta de la catedral), pues desde allí la vista te deja sin palabras.
El Bargello es un museo cerca de la plaza de la señoría, allí está el David de Donatello y el Baco de Miguel Ángel, el edificio era una antigua prisión.
Florencia es una ciudad que te encantará a cada paso que des, a mí al menos me encanta y sigo emocionada cada vez que voy (y ya la he visitado cuatro veces y las que me quedan).
Lo mejor es tomarse allí un helado, pero no en una heladería turística enorme, sino en cualquiera que encontremos muy chiquita en cualquier callejuela. Mejor que sólo tenga diez o doce sabores de helado como máximo, de verdad. Los helados florentinos son de lo mejor, tomarse uno es indispensable si queremos saborear Italia. Que la gastronomía italiana no son sólo pizzas y pasta... Eso sí, cuidado al pedir un cucurucho pues ellos no usan sacabolas sino una espátula, por lo que el cucurucho se convierte en un pegote de helado que te chorreará por los lados del cono. Una tarrina es mucho mejor (al menos más limpia).
Pasear por Florencia es fantástico y hacer compritas por ahí, también. Podemos encontrar todo tipo de souvenirs para regalar. También podemos invertir en algo de piel, pues Florencia es famosa por su piel de alta calidad. Es cara, no nos engañemos, pero tienen diseños de todo tipo y su calidad es excepcional. Si queremos un bolso o una chaqueta, aquí es donde podemos comprarla.
También podemos comprar cristal de Murano (en colgantes, pendientes o elementos decorativos), como máscaras venecinas, cuadros y demás. Cerca de la Santa Cruz encontraremos multitud de tiendas y puestos que nos ofrecerán objetos de lo más variado para comprar como recuerdo.
Si aún nos sobra algo de tiempo podemos ir a la piazzale Miguelangelo (plaza Miguel Ángel)en Oltrarno, que está en la otra parte de la ciudad, al otro lado del río Arno. Los bus turísticos nos pueden llevar directamente allí, o el autobús de línea normal. También se puede ir a pie, pero es una buena caminata. Eso sí, una vez allí la vista merece la pena. Tenemos una vista panorámica de toda la ciudad junto al monumento.
En la plaza, encontraremos la Loggia, que es un restaurante de lujo con vistas impresionantes, desde donde podemos tomarnos un café (a precio de Chardonnay) pero que merece la pena. Muchos italianos van, y es un lugar donde turistas y nativos se mezclan en las terrazas.
Muy cerca de la piazzale Migelangelo se encuentran los jardines de Boboli, que son espectaculares. Se puede entrar desde el palacio Pitti, otro lugar increíble que visitar.
Y ya sí que no hay tiempo para ver más. Un día es un día y dudo mucho que podamos recorrer más puntos hoy. Así que nos dirigimos hacia nuestro punto de encuentro con un helado en la mano y el paraguas en el bolso (el tiempo en Florencia es engañoso), hacemos nuestras últimas compritas y al bus.
Al llegar al barco, una buena ducha y a descansar un poco. Después de dos ciudades tan intensas como Roma y Florencia, las piernas necesitan algo de reposo.
Ciao.
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