Buscador

miércoles, 22 de febrero de 2012

Cinco días en París (parte III, Louvre, museo Dalí, Sagrado Corazón, Saint-Sulpice, Trocadero, Torre Montparnasse)

Museo del Louvre, París, Francia.


Comenzamos el tercer día con sueño por la salida nocturna del día anterior, pero tras ver por la ventana la ciudad de París y tomar un copioso desayuno, empezamos el día con ganas. Como siempre, calzado cómodo, que hoy toca andar un poquito...

Hoy vamos a dedicar toda la mañana a uno de los lugares más visitados y famosos de París: el museo del Louvre. El museo del Louvre es uno de los museos más importantes del mundo y, obviamente, no es por su característica pirámide de cristal ni por ser protagonista en el Código da Vinci de Dan Brown. El Louvre es el Louvre por todo lo que contiene. La entrada de adulto cuesta entre 9€ y 12€.

La Gioconda (también conocida como Mona Lisa) es una de sus joyas más preciadas; y no es para menos, pues la obra de Leonardo da Vinci, con su enigmática sonrisa, es uno de los cuadros más famosos del mundo (casi a la altura del Ecce Homo de Borja, restaurado recientemente... jejejej, es broma). Del mismo autor (de Da Vinci, no de Cecilia Giménez) podemos ver en el museo La virgen de las rocas, la cual tiene otra versión en el National Gallery de Londres. La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix es todo un símbolo para los franceses y también se expone en este museo.

Por mencionar algo de escultura (que podemos estar aquí hablando de arte todo el día y desgraciadamente sólo tenemos una mañana) no hay que olvidar que en el Louvre se encuentra La venus de Milo, una escultura helénica que coincide en época, belleza y protagonismo con la Niké de Samotracia (o victoria alada de Samotracia).

El escriba sentado es una escultura del antiguo Egipto, y es que en el Louvre puedes transportarte al mundo pasado de pirámides, esfinges y faraones. Encontraremos momias, gatos y hasta un cocodrilo enorme momificado; ya que los egipcios tenían por costumbre momificar mascotas o animales sagrados. La verdad es que lo ideal es dedicarle todo un día a este museo (hay tanto que ver), pero se nos ha hecho muy tarde y tendremos que picar algo. Hoy toca McDonalds.

Después de comer cogemos el metro hasta Abbeses y nos damos una buena camitata hasta el número 11 de Rue Pulbot para visitar el Espace Dalí, un museo dedicado al pintor español cuyo horario es de 10 a 6. La entrada para los adultos es de 11€, pero podemos encontrar dibujos, esculturas, cuadros y fotografías. A mí me gustó mucho, pero tengo que advertir que no soy totalmente objetiva, me encanta la obra de Salvador Dalí. De todas formas, es 100% recomendable.

Y estamos muy cerquita de otra de las maravillas de París: la Basílica del Sagrado Corazón; y hacia allí encaminamos los pasos. Situada en la cima de Montmartre, este templo se inauguró a finales de la I Guerra Mundial y es una de las iglesias más visitadas del mundo. El color blanco, sus gárgolas y el interior son algo a destacar, pero lo que más impresiona es la vista que se tiene desde allí. Visita obligada.

Nosotros bajamos a pie por la Plaza Louise Michel, que es un recorrido precioso, pero también se puede coger el funicular (con descuentos para los que tengan Paris Visite) que te deja en la zona final de la plaza (la más alejada de la Basílica) mientras disfrutas de unas vistas fabulosas.

Cogemos el metro hasta la parada Saint-Sulpice para visitar la iglesia del Saint-Sulpice, que es una de las iglesias más altas de París. Fue reconstruida en el siglo XVII a partir de los cimientos de un templo románico del siglo XIII. Esta iglesia es espectacular tanto por dentro como por fuera, y su plaza es idónea para hacer una parada y tomarnos un cafelito.

Cogimos el metro hasta la parada de Trocadero, para visitar los Jardines de Trocadero, que son esos fabulosos jardines que vimos desde lo alto de la Torre Eiffel. Allí están el Museo Nacional de la Marina, el Teatro Nacional de Chaillot, y el palacio de Chaillot. Trocadero es un sitio especial que no podemos dejar de ver en nuestro viaje a París.

Con algo de pena vemos que no tenemos tiempo de ver las Catacumbas (otro año será), así que cogemos el metro para ir a cenar (cómo no) al barrio latino. Esta vez no tenemos demasiada prisa, pues nuestra próxima visita cierra sus puertas casi a las doce de la noche (11 en invierno, 11:30 en verano).

Con la tripa llena y ganas de seguir guirigueando volvemos al socorrido metro de París y nos bajamos en la parada de Montparnasse-Bienvenue. Al salir hay que mirar hacia arriba, pues allí se levanta imponente la magestuosa Torre Montparnasse con sus 210 metros de altura. Es el rascacielos más alto de la ciudad de la luz y la entrada nos cuesta 13€, pero desde su terraza podemos disfrutar de una panorámica nocturna de la ciudad que pone un broche final perfecto a nuestro día.

Hay que mirar la ciudad y disfrutarla, que mañana abandonamos el centro para ir a un lugar impresionante. Nos vamos a las afueras. Mañana: El Palacio de Versalles.


No hay comentarios:

Publicar un comentario