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lunes, 26 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte VII, navegación, Barcelona)

Pastillas contra el mareo, indispensables en un crucero.


Hoy es domingo y esto se está acabando un poco. A bordo del Grand Mistral tenemos por delante todo un día completo de navegación para poder llegar el lunes muy muy tempranito a la costa catalana.

He hablado hasta el momento de dos cruceros pero creo que hay algo que me había dejado en el tintero: las recomendaciones para cruceristas primerizos. Pues un crucero es un tipo de viaje diferente y es bueno saber unas cuantas cosillas que te hagan disfrutar más el crucero. Empezamos.

Recomendaciones para cruceristas noveles:


1. Lo que jamás puede faltar: el pasaporte. Incluso aunque el crucero no salga de Europa y sólo vaya a países comunitarios, el pasaporte es obligatorio. Todos los cruceros pasan por aguas internacionales y te lo exigirán para entrar. No es cuestión de quedarse en tierra por no llevarlo.

2. Lo segundo más importante: pastillas contra el mareo. Puede que no te marees en coche, ni en tren, ni en autobús, ni en un yate; aún así, llévalas. No es que sea mucho (aunque depende del tamaño del barco, a más grande, menos mareo), pero el día de navegación suele ser durillo. En los mostradores de información es común que las ofrezcan ese día (los demás no suelen hacer falta), pues el barco va a mayor velocidad y se adentra más en el mar, alejándose de las costas. En el Grand Mistral se notó mucho más que en el Norwegian Jewel. Pero tranquilos, que tampoco os arruinará el viaje (al menos a la mayoría).

3. Un indispensable: el traje de baño y las chanclas. En los cruceros hay varias piscinas, jacuzzis y muchísimas tumbonas para tomar el sol. Si se viaja en verano no está de más pegarse un chapuzón. Al bañador hay que sumarle las gafas de sol y la crema protectora, que el sol pega fuerte en alta mar.

4. En cada crucero suele haber al menos una cena de gala, por lo que hay que meter en la maleta al menos un traje o vestido de fiesta para no desentonar mucho esa noche. Normalmente es la cena con el capitán, que esa noche se acerca a la "plebe" para hacerse fotitos y tal que luego nos venden a un precio bastante elevado. En algunos cruceros también realizan "white party" y otras fiestas por el estilo, informaos bien.

5. Fundamental: calzado cómodo. Las excursiones suelen durar varias horas y hay que hacer mucho recorrido a pie (aunque dependerá de la excursión), por lo que no son el mejor lugar para estrenar zapatos.

6. Aunque depende del crucero, es mejor echar gel de baño y champú (y acondicionador si lo necesitas), pues aunque te ponen algo, normalmente no es de la mejor calidad y, a veces, incluso el mismo gel para cuerpo y cabello. Eso sí, siempre (o al menos en los que yo he estado) hay secador de pelo.

7. A la hora de elegir un crucero es importante saber qué idioma hablan a bordo. En los barcos americanos, casi nadie de la tripulación habla español y para algunos puede ser un inconveniente.

8. En casi todos los barcos, te solicitan una tarjeta de crédito (no de débito) para realizar los cargos de lo que vayas comprando con tu tarjeta del barco: bebidas, suplementos de restaurantes, ropa, tabaco, joyas o cualquier cosa que compres allí. Puedes utilizar la misma tarjeta para varios camarotes y/o personas.

9. También es recomendable echar al neceser: medicamentos. Si tienes que ir a la consulta del médico del barco ve preparando la cartera pues te pueden cobrar hasta 50€ por una consulta y 20€ por 5 aspirinas y 5 ibuprofenos. No merece la pena pagar ese dineral por medicamentos para un dolor de cabeza.

10. Las tiendas "duty free" (libre de impuestos) de los barcos, al igual que el casino, sólo abren cuando están en la mar, no en las costas. Y, en algunos cruceros, no te dan lo que compras hasta que finalice el viaje. El alcohol, el tabaco y el maquillaje suele salir a muy buen precio.


En fin, creo que no me dejo nada atrás. Espero que hayáis disfrutado conmigo este viaje. Yo me marcho a la cama, que ya es tarde y tras la cena ligera (cuando el barco se mueve es mejor comer poquito) toca descansar un poco. Mañana amaneceré en Barcelona y de ahí a casita. Se acabaron las vacaciones.

A ver a dónde voy a ir la próxima vez a guiriguear...



martes, 20 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte VI, Túnez)

Sidi Bou Said, Túnez


Hoy es sábado y Túnez es nuestro último destino antes de volver a Barcelona. En Túnez hay que desplazarse bastante para conocer lo más destacado del país, por lo que habíamos reservado una excursión contratada por el barco. Teníamos dos opciones: panorámica de Cartago, Sidi Bou Said y Medina; o Descubriendo Túnez.

La excursión de la panorámica era de medio día y prácticamente no se saldría del autobús (de ahí lo de panorámica). El barco estaría en Túnez desde las 9 de la mañana hasta las 7, y esta excursión acababa a las 14:30, volviendo al barco para comer. El precio era de 43€ por persona.

La segunda opción, descubriendo Túnez, costaba 65€ pero tenía el almuerzo incluido y estaríamos gran parte de la tarde todavía en tierra. Eran 22 euros más, pero tenía almuerzo y mucho más tiempo en un país que ninguno conocía. Así que elegimos esta opción.

En Túnez la moneda es el dinar tunecino, pero no hace falta cambiar nada, pues en todos los sitios aceptan euros y dólares; eso sí, cuidadito con el cambio. Sus idiomas oficiales son el árabe y el francés, pero la inmensa mayoría (al menos las personas que se dedican al turismo) hablan inglés y español. No hay que olvidarse el pasaporte (aunque como viajábamos en un crucero ya era obligatorio).

El barco ha atracado en el puerto artificial de la Goulette y desde allí nos vamos en autobús hacia Cartago. En Cartago, fundada por el 814 a.C., encontramos restos púnicos y romanos de la antigua ciudad. La leyenda dice que fue fundada por Dido, protagonista femenina de la historia de Dido y Eneas que aparece en la obra la Eneida del poeta romano Virgilio.

En Cartago encontramos las termas del siglo II de Antonio Pío, en las cuales aún se conservan columnas y partes de muros; también algunas salas mantienen la estructura original. Eran las termas más importantes del imperio romano tras las de Roma, y su ubicación junto al mar las convierten en una visita interesante.

Abandonamos Cartago para visitar el pueblo de Sidi Bou Said que se encuentra sobre un acantilado que nos permite ver la bahía de Túnez y Cartago. Aquí encontraremos ofertas (no hay que olvidarse de que el regateo es una norma obligatoria) pero debemos resistir, pues los mejores precios los encontraremos en el zoco de Medina. En Sidi Bou Said vemos un pueblo medieval que conserva la arquitectura típica tunecina, con sus blancos y azules, como podemos ver en la foto. Allí visitamos la casa de Sidi Dar el Annabi, sidi se podría traducir por "santo", porque a las personas buenas que hacían cosas por la ciudad los convertían en Sidi. La entrada cuesta menos de 2€. Al comienzo de la visita  nos invitaron a tomar un té en el patio.  También encontraremos una escena de boda para ver los trajes típicos, y otras salas, pero lo mejor es la biblioteca. La biblioteca merece mucho la pena porque en ella encontramos fotos, algún arma, documentos firmados y, por supuesto, libros.  Aunque lo que te deja mejor sabor de boca es  la azotea, pues te permite disfrutar de unas vistas espectaculares.

Abandonamos Sidi Bou Said para ir a comer tempranito a un restaurante tipo buffet donde comimos el mejor cous cous que he probado en la vida. Con el estómago lleno y ganas de más nos subimos al autobús durante media hora para dirigirnos al otro lado del lago de Túnez, hacia el oeste, donde se encuentra el museo del Bardo.

Pero antes de dirigirnos al museo haremos una corta parada en la Cathedrale Saint-Louis, para ver desde su mirador unas vistas maravillosas. No llegamos a entrar, pero por fotos he podido comprobar que es preciosa. Volvemos al bús.

El museo del Bardo está ubicado en un antiguo palacio de los Bey, construido a finales del siglo XVIII. Tiene más de 34 salas que podemos visitar en orden cronológico para ver todas las culturas que han pasado por Túnez. Impresionantes las cerámicas etruscas, las máscaras egipcias, junto a los mosaicos romanos y paleocristianos. Los mosaicos son realmente fantásticos y enormes, los mejores que he visto nunca.

Y otra vez al autobús (esta vez para estar menos de un cuarto de hora) pues nos dirigimos a la Medina de Túnez. La Medina fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, ya que es una de las mejores conservadas del islam medieval. Aquí vamos a preparar la cartera (aunque todos los guías recomiendan tenerla bien controlada debido a los robos) ya que estamos en el zoco. Podemos encontrar perfumes, joyas (la plata es famosísima), alfombras y todo tipo de trabajos en piel, como bolsos o pufs, junto a trabajos artesanales de madera, normalmente de olivo.

En el zoco es importante regatear bien, es común que el vendedor (que no es fijo en la tienda) quiera cobraros una comisión de la transacción de la que el comercio no se entera (o finge no saber). Con esta comisión podéis presionar para que os hagan un mejor precio. Para conseguir buenas gangas lo mejor es intentar comprar varios artículos en el mismo establecimiento y así luchar por un precio global, por lo general más bajo que si compramos los productos uno a uno.

No hay que ofenderse por el tema machista, pues para ellos lo normal (a pesar de estar todo el día trajinando con turistas) es tratar con los hombres. Creen que son ellos los que llevan la voz cantante y se sorprenderán un poco si una mujer es la toma las decisiones en una compra. Pero no hay nada más, son culturas diferentes y al final todo se queda en anécdota (como un "mujer ve a mirar bolsos mientras cierro el acuerdo con tu marido"). Pero a los turistas nos tratan muy bien, sea cual sea nuestro sexo, y todo se puede arreglar con una sonrisa.

Así que después de un día que disfruté mucho, cargados con un puf, un bolso (veo la ironía), un juego de ajedrez de madera de olivo, una cachimba y varias cositas más, nos fuimos para el barco. Esto se acaba, mañana todo el día a bordo del Grand Mistral para volver a España.

Ma'as-salama (es adiós en árabe).



jueves, 15 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte V, Malta)

La Valetta, Malta.


Hoy es viernes, y el barco atraca en Malta. La República de Malta es un archipiélago que se encuentra al sur de la isla italiana de Sicilia. Sus idiomas oficiales son el maltés y el inglés; aunque su inglés no se asemeja mucho al estándar.

La entrada a Malta por mar es realmente espectacular, viendo toda la ciudad amurallada, por lo que es aconsejable estar despiertos cuando el barco llega a tierra, en nuestro caso a las 10 de la mañana. El Grand Mistral zarpará hacia Túnez a las 7 de la tarde, por lo que tenemos todo el día para disfrutar de este país insular.

El barco atraca directamente en el puerto de la Valeta, la capital del país, y después del precio de las excursiones anteriores (Florencia sin almuerzo: 77€, Pompeya y Volcán Vesubio: 79€) no estábamos dispuestos a gastar más euros en una ciudad que podíamos conocer a pie. Las excursiones que ofrecían eran de medio día y costaban unos 39€ (también otra en jeep por 60€), pero echándoles un vistazo, no nos merecía tanto la pena pues recomendaban reservar dos para el mismo día. 39 + 39 = 78€. Estaba claro, conoceríamos Malta a nuestro aire y contrataríamos algo para Túnez.

En Malta se pueden visitar bastantes museos interesantes, como el Museo de Historia Nacional, el Museo Etnográfico, el Museo de la Marina o las cavernas de Ghar Dalam. Pero todos ellos se encuentran lejos de la Valeta, por lo que nos limitaremos a los que podemos visitar como el Museo Nacional Arqueológico, el Museo de la Guerra, y el Museo Palacio del Gran Maestre de Malta.

En el Museo Arqueológico Nacional encontraremos vasijas y esculturas de diversas épocas (resaltando la prehistórica), destaca la escultura de la Dama Durmiente.

En el Museo de la Guerra, podemos ver armamento y aviones de la segunda guerra mundial, imágenes de la población en esas malas fechas y la famosa Cruz de San Jorge, que le otorgaron a los malteses por su valor en la guerra. Está ubicado en el Fuerte de San Elmo, hoy reconstruido tras los bombardeos que sufrió.

El Museo Palacio del Gran Maestre de Malta es la sede del parlamento, pero tiene abierta una exposición armamentística que vale la pena visitar. Allí se encuentran las armas de los famosos "caballeros de la orden de Malta" con sus diferentes armas dependiendo de su país de origen (los caballeros de la orden de  Malta provienen de diferentes países). No hay que confundirlas con las armas que les robaron a sus enemigos, que también se exponen en dicho museo.

Dejando a un lado los museos no puedo dejarme atrás un comentario sobre las iglesias, pues me resultó de lo más chocante. En las fachadas de las iglesias, en todas y cada una de las iglesias, ponen bombillas enmarcando el pórtico de entrada. Pero bombillas de las de siempre, las del filamento metálico. Queda un poco raro, un edificio con porte rodeado de bombillas como una feria, porque no son una ni dos, sino montones en cada iglesia. Es raro.

Otra cosa que ver en Malta es la concatedral de San Juan. construida por la orden de los caballeros de Malta allá por el año 1573. La entrada tiene un precio de 6€. Eso sí, cierran por la tarde, no hay más remedio que visitarla por la mañana. Allí se encuentra la obra  "La decapitación de San Juan" de Caravaggio, quien estuvo en Malta a comienzos del siglo XVII.

En la Valetta también podemos visitar los jardines de Upper Barraca, donde podemos disfrutar de unas vistas espectaculares del puerto, el fuerte de San Angelo y las ciudades fortificadas de Senglea, Cospicua y Vittoriosa.

Podría decir que Malta es una ciudad de contrastes, o al menos la Valetta, que es la zona que nosotros visitamos. Pobreza y riqueza en la misma calle, niños en edad escolar en plena calle una mañana de viernes. Pero no la sentí peligrosa, sino humilde: la amabilidad de la gente era enorme. El centro puro era todo souvenirs, tiendas y restaurantes, mientras que un poco más alejados veías la realidad de la ciudad.

Malta es independiente desde 1964 (ni cien años), aunque los británicos (sus últimos colonos) tuvieron tomado el país hasta 1979. Ha sido una de los países que más ha sufrido por guerras, sobretodo por sus diferentes ocupadores: británicos, franceses, sicilianos...

Es un país diferente. A las afueras encontramos playas paradisíacas. La comida es muy buena, con influencias italiana y turca, sobretodo. En resumen, merece la pena visitar Malta.

Es posible que me deje cosas en el tintero, pero se acerca la hora del "todos a bordo" y hay que ir hacia el puerto de regreso a nuestro crucero por el Mediterráneo. Hoy no da tiempo para más. Una ducha y a asomarse a la cubierta para ver cómo nos alejamos de las murallas de Malta mientras hacemos tiempo para la hora de la cena.




lunes, 12 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte IV, Nápoles, Vesubio, Pompeya)

volcán Vesubio, Nápoles, Italia

Ya estamos a jueves y hoy el barco atraca en el puerto de Nápoles. En este puerto sólo estaríamos desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde, por lo que sólo podríamos disfrutar de medio día en tierra. Podíamos quedarnos en Nápoles (la opción barata puesto que el barco atracaba en la misma ciudad) o podíamos coger una excursión.

El Grand Mistral nos ofrecía tres excursiones diferentes para este puerto: Pompeya y volcán Vesubio, Isla de Capri y Gruta Blanca, o Nápoles artística y monumental.

Para ver Nápoles no cogeríamos ninguna excursión, puesto que te llevan a los puntos de interés: Plaza del municipio, Palacio real, Galería Umberto I, Plaza del Gesu, Iglesia de Santa Clara, Plaza del Plebiscito y la iglesia de San Francesco de Paola, entre otros lugares. A todos esos sitios puedes ir por tu cuenta, incluso ir a tomar Limoncello (un tradicional licor de limón italiano) en el famosísimo café Gambrinus de la plaza Trieste e Trento.

La isla de Capri también tenía sus encantos, sus casas de colores (muy turísticas) con la Gruta Blanca y sus fabulosos Faraglioni, que son islotes de formas extrañas. Ver la plazoleta de Capri tenía que ser todo un lujazo para los enamorados de la época medieval. Todo ello hacían de esta excursión paisajística algo muy apetecible.

Pero teníamos otra opción, que es la que a todos nos maravillaba: el Vesubio. Y, además, algunos no habían visto Pompeya, algo que merece la pena ver. Así pues, elegimos esta excursión. A veces se va primero a Pompeya y después al Vesubio, y otras al revés; a nosotros nos tocó la segunda opción.

Nos bajamos del barco con zapatos cómodos y los pies cansados del día anterior; y al autobús. Mientras nos vamos acercando al volcán Vesubio que destruyó la ciudad de Pompeya y Herculano allá por el año 79, vemos una magnífica vista de la ciudad de Nápoles desde las alturas. Por cierto, que el Vesubio sigue activo (aunque desde el terremoto de 1980 sólo expulsa fumarolas), por lo que sólo se puede ir hacia el cráter inactivo, el que la lió parda, vamos.

El autobús te deja a mitad de recorrido y el resto toca hacerlo a pie. Hay algún puestecillo que te vende piedras del volcán a un precio prohibitivo, pues se supone que no puedes coger piedras allí. La caminata se hace dura por el frío (era tremendo en pleno julio) y por la altitud (cuidadito las personas asmáticas, llevad los inhaladores). Así que id bien abrigaditos si queréis coronar la cima de este volcán tan famoso.

En la foto se puede ver claramente el cráter del volcán. Lo que no se ve son los labios azules del frío y la mala cara de los que llevaban manga corta. Pero llegamos arriba y disfrutamos de un entorno único.

Tras el "paseíto" por el Vesubio, nos fuimos a ver lo que quedaba de Pompeya, una de las ciudades romanas que el volcán sepultó en ceniza y mató a todos sus habitantes. Desde Pompeya se divisa fácilmente el volcán y lo señalas para decir "acabo de estar ahí" con sonrisa bobalicona, sin pensar que hace muchos años lo señalaron desde el mismo sitio pero con los ojos llenos de terror y lágrimas por una muerte segura. Uf, qué dramático.

Seguimos. En Pompeya se puede apreciar una ciudad próspera romana, con un importante puerto para mercadear. Se ven lujosas casas de señores nobles o ricos mercaderes, el foro, el teatro, el prostíbulo (sí, has leído bien), el bar (cuya foto puse en un post anterior), las fuentes y las piedras para cruzar la calle.

Lo mejor para disfrutar Pompeya es coger un guía (en nuestra excursión estaba incluído) o comprar algún libro sobre el tema, que te venden en la misma entrada.

Pompeya tenía alrededor de 250.000 habitantes, más que ciudades como Almería, Jaen, Badajoz o Castellón, igualándose a La Coruña. Podemos entender entonces que no era una aldeíta ni un pueblecillo pequeño, era una gran ciudad y desapareció entera tras la erupción del siglo I D.C.

Y de vuelta al barco, que el Grand Mistral se marcha para Malta esta misma tarde. Tras la ducha, nos vamos al Borsalino a escuchar música en directo y luego a cenar al restaurante Mallorca. Hoy toca recuperar energías, que el crucero por el Mediterráneo aún no ha acabado. Hasta mañana.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte III, Civitavechia, Roma)


Ver mapa más grande

Roma en 9 horas


Estamos a miércoles a bordo del Grand Mistral de Iberocruceros, Mientras desayunamos, vemos que el barco está ya en el puerto de Civitavecchia.  Son las 07:15 de la mañana  (hoy toca madrugón y palizón) y estamos haciendo acopio de energía para el día que nos espera. El barco nos dejará salir a las 07:30 y abandonará la ciudad a las 20:30, por lo que el todos a bordo es a las 19:30. Doce horas. Tenemos doce horas para ir en tren a Roma, hacer a pie unos trece kilómetros, coger un tren de vuelta a Civitavecchia y subir al barco para que no se vaya sin nosotros. Así que... para no apurar hasta el último tren y descontando tiempos de desplazamiento hasta Roma... tenemos unas nueve horas para verlo TODO.

Las excursiones preparadas superaban los 80€ por persona (la más barata), y no se veía gran cosa, así que decidimos ir por libre. Nadie había estado en Roma antes, salvo yo (que ya era mi tercera visita a la ciudad), por lo que el papel de guía me fue asignado. ¿Cómo le enseñas a alguien una ciudad como Roma en nueve horas?. Preparé un recorrido brutal, les avisé de que se pusieran calzado cómodo... y procuré parecer tranquila a pesar de los trece kilómetros a pata que nos esperaban. Suena el aviso de que podemos salir ya del barco, chicos, comienza la odisea.

Lo primero que hacemos es salir del puerto muy rápido para llegar a la estación de tren de Civitavecchia. Por menos de 15€ por trayecto, el tren nos llevaba a Roma (a Termini o al Vaticano), y recorrimos en 45 minutos los 80km que separan una ciudad de la otra. Nuestro destino era la estación de Termini. Y ahora, a andar.

Desde Termini, a ritmo rápido, fuimos a la Piazza Vittorio Emanuele II, que es un parque super bonito. Bajamos por la via Leopardi, luego por la via Mecenale y, finalmente por la Via della Domus Aurea. Esta última es una calle imprescindible, pues caminas entre árboles y ves el parque Trajano. Cuando estás llegando al final de la calle, puedes ver como se erige imponente el gran Coliseo de Roma, que desde éste ángulo es maravilloso. Justo enfrente del paso de cebra que nos lleva al otro lado de la avenida, se encuentra la escuela de gladiadores, donde los mismos se entrenaban para luchar en el Coliseo. Volvemos a cruzar por el siguiente paso de peatones y nos encontramos bajo el gran monumento. La puerta de entrada está justo al otro lado, por lo que caminaremos unos metros sin parar de mirar hacia arriba.

Ya en el Coliseo, aguardamos un poco de cola (menos mal que hemos venido temprano) y cogemos entradas con guía en español. Una visita genial e imprescindible (el interior es espectacular), aunque su museo se hace un poco pobre en comparación con el resto. Al salir, tenemos justo en frente el Templo de Venus, o lo que queda de él. Si miramos hacia la izquierda, y hacia allí nos dirigimos, encontramos el Arco de Constantino. Bajamos por Via de San Gregorio y nos encontramos nada más y nada menos que el Circo Massimo, donde los romanos celebraban las famosas (y cruentas) carreras de carros.

A pie por Via Cerchi (pronunciado cherqui) recorremos todo el circo, y a medio camino, encontramos el Foro romano a nuestra derecha. Siguiendo un poco, y muy cerquita de donde nos encontramos, al acabar el Circo nos dirigimos a la iglesia Santa Maria in Cosmedin; que dicho así, nos sonará poco, pero en su pórtico se encuentra la famosa Bocca della Veritá (boca de la verdad), el conocido oráculo de piedra donde le metes la mano en la boca para saber tu destino. Sí, ese es el original.

Justo enfrente tenemos el templo di Ercole Vincitore, que pasaremos junto al él al subir por Via Luigi Petroselli. Al final de la calle vemos haciendo esquina la basílica San Nicola in Carcere. Nosotros seguimos hacia arriba por la Via del Teatro Marcello. En esta calle encontramos a nuestra izquierda el monasterio de San Francesca Romana, la famosa universidad La Sapienza y, tachán tachán, a nuestra derecha (al final ya de la calle) vemos el imponente monumento del siglo XIX a Vittorio Emanuelle II. Frente a él, está la Piazza Venecia, un caos de coches.

Cogemos la Via dei Fori Imperiali, donde podemos ver todos los restos del gran Foro romano. Al pasar por el puente nos encontramos frente a frente con el Foro Traiano y su famosísima y archiconocida Columna Trajana. Por Via Alessandrina volvemos a la Via dei Fori Imperiali en dirección al Coliseo. Pero giramos en Largo Corrado Ricci, para coger Via Salita del Grillo y continuar por la Via 24 Maggio. Ésta desemboca en la Piazza del Quirinale, donde se encuentra el Palazzo Quirinale, que esconde unos magníficos jardines tras sus paredes. Caminando junto a esas paredes, por la Via dei Quirinale, llegamos a la Piazza delle Quattro Fontane (la plaza de las cuatro fuentes) creadas por el gran Francesco Borromini.

Francesco Borromini era el escultor contratado por el pueblo para sus obras, mientras que Gian Lorenzo Bernini solía ser contratado por la Iglesia. Eran coetáneos. Borromini era un magnífico escultor, pero el nombre de Bernini ha sido más reconocido a lo largo de la historia por su Fontana di Trevi o la columnata de San Pietro (el Vaticano).

Y hacia la Fontana di Trevi nos dirigimos por la Via delle Quattro Fontane, para luego bajar por Via dei Giardini, volviendo a pasar junto al Palazzo Quirinale, esta vez desde el otro lado. La fontana se encuentra un poco entre callejuelas, no en una enorme plaza como se espera. Está abarrotada de gente, como siempre. Hay que tirar tres monedas con la mano izquierda sobre el hombro derecho (¿o era al revés?) de espaldas a la fuente si quieres volver.

Desde la fontana subimos por la via della Stamperia, la Via del Nazareno y alguna más (tenéis el mapa exacto en el enlace) hacia la Piazza de Spagna (la Plaza de España), donde su escalinata nos parecerá un sofá de plumas para nuestras maltrechas piernas. La plaza es muy concurrida y es una de las más famosas de Roma. A seguir.

Por la Via del Babuino llegamos a la Piazza dei Popolo (Plaza del Pueblo), donde se encuentra el obelisco egipcio dedicado a Ramsés II, conocido como el obelisco flamineo. También en esta plaza encontramos las iglesias gemelas, fáciles de reconocer.

Cogemos la Via dei Corso para caminar hasta la Piazza Augusto Imperatore, donde se encuentra el Mausoleo de Augusto. Otro gustazo para los ojos. De allí vamos a la Piazza de Montecitorio, donde está el Palazzo Montecitorio y el Palazzo Chigi. Nuestra siguiente parada es el gran Panteón romano, totalmente imprescindible (y gratuito) en nuestra visita a Roma. La cúpula es impresionante y es difícil describir la sensación que se tiene allí dentro.

Con este lujazo de punto de interés, buscamos un sitio para comer (o casi para merendar, por la hora que es) mientras caminamos hacia la Piazza Navona. Es otra de las plazas más importantes de la ciudad, con la fontana dei quattro fiumi (fuente de los cuatro ríos, otra obra de Bernini) y en su tiempo albergaba juegos romanos.

Con el estómago lleno vamos por la Via dei Coronari y la Via di Panico, hacia el Ponte Sant'Angelo (el puente de San Ángel), con su castillo detrás. Cruzar el río Tíber por ese puente es algo que se lleva haciendo desde el año 140 más o menos (casi 1900 años), por lo que es algo que todo el que visita Roma debe hacer. Por cierto,  los ángeles del puente también son obra del genial Bernini.

Por la Via della Conzialiazione, llegamos a la famosa Plaza de San Pedro, con la columnata  que nos recibe como un abrazo (no es cursilería, fue una indicación expresa de la Iglesia a Bernini). Y ya estamos a las puertas del Vaticano, ante la catedral de San Pedro. Si no hay mucha cola (cosa que no suele ocurrir a menudo) y nos sobra algo de tiempo, podemos entrar a la iglesia (la entrada a la iglesia es gratuita, lo que no lo es es la entrada a los Museos vaticanos donde se encuentra la Capilla Sixtina). En la iglesia encontraremos a mano derecha la fabulosa Piedad de Miguel Ángel, una escultura a la altura de su David (que vimos ayer en Florencia).

Y ahora sí que no queda tiempo,  a volar a la estación Ferroviaria Vaticana, donde cogeremos el tren que nos llevará a Civitavecchia y de allí al puerto para coger el barco. Qué día. En fin, Roma en 9 horas (y nos sobraron 20 minutos): desafío superado.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte II, Livorno, Florencia)

Galería de los Uffizi, Florencia, Italia. Otro crucero por el Mediterráneo.

Amanecemos en la costa italiana y voy, por tercera vez en mi vida, a visitar una de mis ciudades favoritas: Florencia.

El barco nos deja en la ciudad de Livorno. Livorno se encuentra a menos de 100km de Florencia, y por su cercanía y su buena ubicación, pasó de ser un pueblecito de pescadores a uno de los puertos más importantes de Italia desde la época renacentista. Livorno sufrió muchísimo en la Segunda Guerra Mundial, sobretodo en la catedral. Es un lugar por el que pasan muchísimas personas, pero que pocas se quedan a ver. Desgraciadamente, nosotros tampoco.

Mis amigos no conocían Florencia, por lo que no podía permitir que no viesen El David de Miguel Ángel en la Galería de la Academia (donde ya comenté en otro post que es imprescindible reservar las entradas con anterioridad), el palacio vecchio o la impresionante catedral de Santa María de las Flores. No subimos al campanille por falta de tiempo, pero les enseñé lo más característico de la ciudad.

La imagen de la foto corresponde a la Galería de los Uffizi, donde también es altamente recomendable comprar las entradas con anterioridad.

También pasamos por la Piazza della Repubblica, una grandísima plaza que acoge el famoso café Le Giubbe Rosse (las chaquetas rojas), un restaurante-cafetería literaria que abrió en 1897 y que sus paredes acogen eventos culturales. Es un lugar peculiar que merece la pena.

Pasear por Florencia es una maravilla, caminar junto al Arno, callejear entre plazas... es una ciudad muy viva. Los adoquines pueden crear algún que otro tropiezo (siempre falta alguno y además las alturas son irregulares), y si va alguien con silla de ruedas que sepa que va a llevar un buen traqueteo durante toda la visita. Y ojo con los resbalones si llueve, que las piedras son traicioneras.

La mayoría de las calles son adoquinadas, el tráfico escaso (incluso nulo en algunas zonas), los monumentos por doquier y el bullicio de la gente hacen de Florencia una ciudad muy especial.

En el centro se encuentra el Instituto Michelangelo de lengua italiana que ofrecen cursos de italiano muy atractivos para los jóvenes y no tan jóvenes. Hay cursos intensivos y cursos de duración mayor. Tiene un gran prestigio a nivel internacional, y también ofrecen cursos de arte (pintura, fotografía y otros), historia del arte y cocina italiana. Puedes coger cursos de dos, tres o cuatro semanas, por lo que son tentadores si se va a pasar allí un mesesito o dos.

A 15km de Florencia se encuentra el pueblo San Casciano Val di Pesa, lugar donde Nicolai Maquiavelo (autor de El Príncipe) se refugió en 1512 por pertenecer a una conspiración contra los Médici. Este pueblo se encuentra en las Colinas de Chianti, famosas porque en su área se elabora el famoso vino que lleva su nombre.

Y de momento nos hemos quedado sin tiempo, mis amigos se han quedado maravillados de esta fabulosa ciudad italiana. Nos comemos unos spaguetti bolognesa, un heladito (imprescindible sea la época del año que sea) y a correr hacia el bus. Se hace tarde, estamos molidos y mañana nos espera el gran día de caminata: Roma.

Así que en el barco disfrutamos de una cena espléndida en el Restaurante Mallorca, un paseo por cubierta para bajar algo la comida y a dormir. A bordo del Grand Mistral, con el balanceo de las olas y el sueño acumulado no tardo nada en caer rendida. Buenas noches, nos vemos mañana.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Otro crucero por el Mediterráneo (parte I)

Grand Mistral. Otro crucero por el Mediterráneo.

Lunes, 05.30 de la mañana, suena el despertador. Con sueño como siempre antes de  un viaje, por terminar de hacer las maletas de madrugada, me voy a la ducha. Empiezan las vacaciones: unos amigos nos vamos de crucero por el Mediterráneo. A guiriguear, que se nos hace tarde.

Estamos en julio de 2008 y durante el 2007 no salí al extranjero, por lo que ya necesitaba infiltrarme en guirilandia. Además, no siempre se puede hacer un viaje con colegas, y estábamos dispuestos a pasarlo genial. Elegimos un crucero por el Mediterráneo. El crucero porque a ellos les hacía ilusión, porque se ven muchas ciudades diferentes en pocos días y porque... porque son la caña. ¿Mediterráneo? Cuestión de dinero sobretodo (cogimos un camarote para cuatro). Además, me hacía ilusión ir de "guía" en algunas de las ciudades, y ver otras que aún no conocía.

Al aeropuerto. Desde Málaga cogemos un avión que nos lleve a Barcelona (de donde salen la mayoría de los cruceros) y después de facturar repasamos el itinerario: lunes en Barcelona, martes en Livorno (Florencia), miércoles en Chivitavecchia (Roma), jueves en Nápoles, viernes en Malta, sábado en Túnez, domingo de navegación y el lunes otra vez en Barcelona.

El crucero que habíamos elegido era de la compañía Iberocruceros, el barco es el Grand Mistral, cuya imagen se puede ver en la cabecera de esta entrada. ¿Qué podemos encontrar en el barco?. Lo típico de todos los cruceros, ni mucho más, ni mucho menos.

El Gran Teatro Ibiza es bastante aceptable y realizan espectáculos diversos, en el Casino San Remo (que sólo se abre cuando se está en alta mar, por las leyes del juego) podemos jugar a unas tragaperras o echar una partidita de dados, póker o black jack. En el Club Banderas, siempre hay musiquita y es un buen sitio para pasar el rato. También tienen dos espacios para niños, uno para los más pequeños: el Club Popi y otro para los que se acercan a la adolescencia: el club 10. Nunca he viajado con niños, por lo que no puedo dar mi opinión de estos dos espacios.

Pero, tras haber disfrutado de un crucero de una compañía americana, me encontraba en un crucero español. Esta vez no mejoraría mi inglés, pero el olorcillo de las cocinas suple todo lo demás. !Qué bien se come en un barco español!

Por las noches, como siempre, cena de menú en el Restaurante Mallorca, con platos muy elaborados pero riquísimos. Si quieres algo informal, puedes ir a la pizzería o al grill que están junto a la piscina. En el buffet Bahía de Palma, puedes almorzar, desayunar, cenar, picar entre horas o lo que sea en este buffet libre (bebida no incluida) con vistas al mar. El restaurante Formentor es sólo para las suites de unas plantas concretas, vamos, para los camarotes más caros donde un músico toca el piano mientras comen (creo recordar que éste restaurante era por suplemento, es decir, que no estaba incluido en el precio del crucero).

Otra cosa buena de que fuera un barco español y no americano era el café. Del que huele, con cremita y sabe bien. Los mejores sitios el Borsalino Piano Bar (nosotros también podemos disfrutar de música en directo) y el Café Navona. En el café Gijón, ponen música latina, principalmente. Se puede tomar una bebida en el Café de los Artistas (aunque es muy pequeñito), y un mojito de ron cubano en La Bodeguita de enmedio, cerquita de la piscina.

Lo dicho, hemos llegado al Barco (el taxi te deja en la misma puerta de embarque), soltamos las maletas, caemos rendidos en las camas, nos quedamos dormidos sin querer y... ¡Pi! ¡Pi! ¡Señores cruceristas prepárense para el simulacro de evacuación en la cubierta correspondiente a su número de camarote!. Grrr. Y comienzan las vacaciones, con sueño sí, pero con muchas ganas. ¡Zarpamos!