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viernes, 30 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte VI, Villefranche-sur-Mer, Mónaco, Niza)

Mónaco. El crucero americano.
Llegamos al último puerto de nuestro crucero a bordo del Norwegian Jewel de la compañía NCL: Villefranche-sur-Mer. Hemos dejado atrás los territorios italianos y ahora nos encontramos en Francia.

Muchos cruceros atracan en esta ciudad porque desde aquí, que además es un lugar precioso, podemos ir fácilmente en autobús o tren a Mónaco y Niza.

Hablemos primero de Villefrance-sur-Mer. Es una ciudad con mucho encanto situada en la Costa Azul. Indispensable ver la iglesia de San Miguel, que está en pleno centro de la ciudad. No podemos dejar de dar un paseo por la Calle Oscura (la rue obscure), que es la calle más antigua de la ciudad, y allí se daba cobijo a los habitantes en los posibles ataques, los capitanes de los barcos podían hacer reparaciones, y además, allí alojaban el vino para abastecer la ciudad. Sobre sus laderas, se comenzó a construir el resto de la ciudad. Villefranche-sur-Mer no es muy antigua, pues se construyó sobre suelo virgen allá por el siglo XIII. La visita al puerto es obligatoria, pero como nosotros llegamos en barco... nos pillaba de paso.

En tren se llega cómodamente y por un módico precio a Niza o a Mónaco. Aunque nosotros teníamos contratada una excursión desde el barco que nos llevaba a ambos lugares (errores de cruceristas inexpertos).

Primero fuimos a Niza, corazón de la Riviera francesa. Se encuentra entre Cannes (muy conocido por su festival de cine) y Montecarlo. Niza es una ciudad turística para bolsillos muy llenos, pero se pueden hacer un montón de cosas por allí sin vaciar la cartera. Hay varios museos interesantes, como el museo Matisse, o el museo de Bellas Artes de Jules Chéret. Caminar por el barrio viejo es todo una delicia, y en el paseo de los ingleses se encuentran joyas como el hotel Negresco, donde pasar una única noche nos costará más de 300€; como dije, Niza es un lugar turístico para adinerados.

Al este de Villefranche-sur-Mer encontramos Mónaco. El principado de Mónaco es el segundo país más pequeño del mundo, tras el Vaticano. Pero al igual que en Vaticano, es muy difícil vivir ahí (una broma sencilla). Cuando uno piensa en Mónaco lo primero que piensa en la fórmula 1 y en los casinos. Y no nos equivocamos. Aunque Mónaco también tiene otras cosas.

La zona de Montecarlo es la que alberga el famoso Casino de Montecarlo, también en ese distrito se disputa el Masters de Montecarlo, allí se corre el Rally de Montecarlo y parte del circuito del Gran Premio de Mónaco pasa por sus calles. Se puede decir que es la parte más famosa y chic de la ciudad.

En Monaco-Vile podemos ver la majestuosa catedral de Mónaco (Cathédrale Notre-Dame-Immaculée) y ya que estamos cerquita, visitar el museo oceanográfico de Mónaco que está muy cerquita.

Disfrutar por sus inmensos paseos marítimos bajo un clima agradable, tomar un café en una de sus miles terrazas (preparad la cartera) y disfrutar de un lugar que, si los ricos tienen como lugar de vacaciones, será por algo. Eso sí, da un poco de cosa coger el autobús, que nos lleva de vuelta a Villefranche-sur-Mer, para volver al barco después de ver tantísimos coches de lujo por sus calles. Hay tantos cochazos que parece que los regalan con los paquetes de magdalenas. Pero no, os lo digo por experiencia.

En fin, y nunca mejor dicho, el siguiente puerto es Barcelona, por lo que nos espera un día para reponer fuerzas en el barco. Espero que hayan disfrutado de este viaje y nos vemos la próxima vez que haga las maletas para guiriguear.

martes, 20 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte V, Livorno, Florencia)

Catedral Santa María de las flores. Florencia, Italia. El crucero americano.
Bien, hemos llegado a la Toscana italiana, mostrada tantas veces en multitud de películas y libros. Y es que hay que reconocerlo, la toscana italiana es un lugar que hay que visitar.

El barco nos deja en Livorno y nuestro destino, al menos si es la primera vez que vamos es que veamos Florencia. Estaría genial ver también Pisa, pero eso dependerá de la excursión que contratemos.

Como yo ya había estado antes en Florencia, decidimos coger una excursión "Florencia a tu aire" que lo que hace es que te llevan allí en autobús y te recogen a una hora en concreto. No nos quisimos arriesgar a coger el tren u otro transporte por nuestra cuenta, pues hay muchos kilómetros de autovía y carreteras, y un atasco podía arruinarnos el viaje.

Así que cuando el autobús nos dejó junto al río, fuimos hasta la iglesia de la Santa Cruz (Santa Croce, pronunciada santa croche) que es siempre el punto de encuentro. Desde allí lo hicimos fue dirigirnos directamente hasta la Galería de la Academia, donde se encuentra la escultura El David, de Miguel Ángel. Se puede pedir hora de visita, que hay entradas cada 15 minutos, y así no esperar la cola enorme que siempre se forma. Aún así, lo mejor es ir directamente, pues de lo contrario se acabarán y pueden darte hora para después de tu hora de recogida en el punto de encuentro.

El David es impresionante y merece la pena verlo. Además, esta vez vamos más sueltos de tiempo (Florencia no es Roma), pues es una ciudad pequeña (al menos el casco viejo) y se puede recorrer a pie en un sólo día.
Hay puntos de interés que debemos visitar: el palacio Vecchio (palacio viejo), el puente viejo,la plaza de la señoría, la plaza de la república, la galería de los Uffizi (si nos da tiempo a entrar), y, por supuesto, la catedral de Santa María de las Flores. Totalmente impresionante.

Su cúpula la diseñó Brunelleschi y en ella se basó Miguel Ángel para construir la de San Pedro en el Vaticano. Se aprecia por ejemplo en la nervadura exterior, en lugar de llevar los nervios en el interior como se hacía normalmente. Su tumba (la de Brunelleschi, se halla en la cripta, que se puede visitar en la misma catedral).
Si tenemos tiempo y fuerza en las piernas, podemos subir al Campanille (la torre alta de la catedral), pues desde allí la vista te deja sin palabras.

El Bargello es un museo cerca de la plaza de la señoría, allí está el David de Donatello y el Baco de Miguel Ángel, el edificio era una antigua prisión.
Florencia es una ciudad que te encantará a cada paso que des, a mí al menos me encanta y sigo emocionada cada vez que voy (y ya la he visitado cuatro veces y las que me quedan).

Lo mejor es tomarse allí un helado, pero no en una heladería turística enorme, sino en cualquiera que encontremos muy chiquita en cualquier callejuela. Mejor que sólo tenga diez o doce sabores de helado como máximo, de verdad. Los helados florentinos son de lo mejor, tomarse uno es indispensable si queremos saborear Italia. Que la gastronomía italiana no son sólo pizzas y pasta... Eso sí, cuidado al pedir un cucurucho pues ellos no usan sacabolas sino una espátula, por lo que el cucurucho se convierte en un pegote de helado que te chorreará por los lados del cono. Una tarrina es mucho mejor (al menos más limpia).

Pasear por Florencia es fantástico y hacer compritas por ahí, también. Podemos encontrar todo tipo de souvenirs para regalar. También podemos invertir en algo de piel, pues Florencia es famosa por su piel de alta calidad. Es cara, no nos engañemos, pero tienen diseños de todo tipo y su calidad es excepcional. Si queremos un bolso o una chaqueta, aquí es donde podemos comprarla.

También podemos comprar cristal de Murano (en colgantes, pendientes o elementos decorativos), como máscaras venecinas, cuadros y demás. Cerca de la Santa Cruz encontraremos multitud de tiendas y puestos que nos ofrecerán objetos de lo más variado para comprar como recuerdo.

Si aún nos sobra algo de tiempo podemos ir a la piazzale Miguelangelo (plaza Miguel Ángel)en Oltrarno, que está en la otra parte de la ciudad, al otro lado del río Arno. Los bus turísticos nos pueden llevar directamente allí, o el autobús de línea normal. También se puede ir a pie, pero es una buena caminata. Eso sí, una vez allí la vista merece la pena. Tenemos una vista panorámica de toda la ciudad junto al monumento.

En la plaza, encontraremos la Loggia, que es un restaurante de lujo con vistas impresionantes, desde donde podemos tomarnos un café (a precio de Chardonnay) pero que merece la pena. Muchos italianos van, y es un lugar donde turistas y nativos se mezclan en las terrazas.

Muy cerca de la piazzale Migelangelo se encuentran los jardines de Boboli, que son espectaculares. Se puede entrar desde el palacio Pitti, otro lugar increíble que visitar.

Y ya sí que no hay tiempo para ver más. Un día es un día y dudo mucho que podamos recorrer más puntos hoy. Así que nos dirigimos hacia nuestro punto de encuentro con un helado en la mano y el paraguas en el bolso (el tiempo en Florencia es engañoso), hacemos nuestras últimas compritas y al bus.

Al llegar al barco, una buena ducha y a descansar un poco. Después de dos ciudades tan intensas como Roma y Florencia, las piernas necesitan algo de reposo.

Ciao.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte IV, Civitavecchia, Roma)

El Coliseo romano. Roma, Italia. El crucero americano.

Bueno, nos encontramos ya en el ecuador de nuestro crucero. Hoy el puerto que visitaremos será el de Civitavecchia. Civitavecchia (pronunciado chivitaveckia)significa ciudad (civita) vieja (vecchia). Su puerto lo construyó Trajano en el siglo II, pues ya se usaba como puerto principal que abastecía a la ciudad de Roma.

Civitavecchia se encuentra a unos 80 km de Roma, aunque el traslado en autobús supera la hora y media, debido al intenso tráfico que existe hacia la capital. A pocos minutos andando del puerto se encuentra una estación de tren, que te dejará en Roma en muy poco tiempo y por un coste muy pequeño. En Roma puedes elegir entre dos paradas: Termini (cerca del Coliseo) y Ottaviano (cerca de la plaza San Pedro, Vaticano). El tren tarda unos 45 minutos, y sus salidas son continuas. El precio está entre los 10 y 15 euros, por lo que es una opción muy recomendable. En el puerto puedes coger un ida y vuelta sin horario, así que sabiendo cuándo zarpa el barco (la hora del "todos a bordo") podrás ir a la estación sin ningún problema.

Volviendo al tráfico hay algo que recordar en Roma. Allí las carreteras son muy peligrosas, los conductores no paran en los pasos de cebra, sino que sortean a los peatones. Al principio puede resultar muy chocante, pero lo más seguro es cruzar directamente sin pararnos en ningún momento. Si nos paramos, podemos ser atropellados por un coche que pensaba cruzar por el lugar donde ya no debíamos estar. De todos modos, es mejor mirar a ambos lados antes de cruzar y confiar en los coches. La mayoría de los atropellos en Roma son de turistas, pues son los únicos que se paran una vez empezado a cruzar el paso de cebra. De todas formas, hay que andar con cuidadito, pues no queremos ningún percance en nuestra visita.

Una vez en Roma todo dependerá del tiempo que dispongamos para ver la ciudad. La primera parada obligatoria es El Coliseo, es mejor ir a primera hora para evitar colas. El interior es el que se encuentra en la imagen. Allí luchaban los gladiadores entre sí, peleaban contra bestias traídas de lejanos lugares: toros, leones, elefantes, etc. y también realizaban batallas navales (naumachia en latín). Este anfiteatro fue el más espectacular de la época romana y, además, se mantiene bastante bien conservado. Es fácil imaginar todo lo que ocurría allí.

Cerca del Coliseo tenemos la escuela de gladiadores: Domus Aurea (donde entrenaban y se preparaban). Y, al lado opuesto, el foro Romano con el templo de Venus.
Roma está repleta de plazas y monumentos, por lo que es importante planear nuestro itinerario para poder apreciar al menos, los lugares indispensables en nuestro recorrido.

El foro romano, la fontana di Trevi, el panteón, la columna trajana, el Castillo de San Ángelo, Trastévere y San Pedro (Vaticano). Son puntos que debemos visitar aunque, por tiempo, no podremos entrar a todos. Los tres primeros podremos visitarlos sin problema, pues no hay colas y están en plena calle. El castillo, lo debemos ver aunque sea por fuera, pues es precioso junto al río. Trastévere es diferente, pero la lejanía con los demás puntos puede que nos obligue a descartarlo de nuestro itinerario. El vaticano es impresionante, pero las colas son enormes; por lo que podemos ver la plaza de san pedro, con la columnata diseñada por Bernini. Si queremos entrar a la iglesia, tras una cola importante, veremos "La piedad" de Miguel Ángel. Si queremos entrar a los museos vaticanos (Capilla Sixtina y demás), la cola nos llevará más de tres horas, pero ya es algo que debe elegir cada uno.

Roma tiene multitud de plazas impresionantes, que hay que visitar, como la piazza Navona, la piazza di Spagna (plaza de España), la plaza Venecia y la plaza del pueblo. En la plaza Venecia se encuentra el monumento a Vittorio Enmanuelle y el palacio de Venecia. El monumento es del siglo XIX, por lo que será lo más moderno de nuestra visita.

Roma tiene muchísimo que ver, por lo que es recomendable llevar una guía de bolsillo o planificar nuestra ruta antes de llegar.

Entenderse con los italianos es fácil si hablamos despacio, aunque hay palabras que se diferencian totalmente. Fermata significa "parada" fermata dil bus (parada del autobús). Conocer algunas palabras nos ayudará a movernos mejor, así como a saber lo que pedimos en el restaurante. De todas formas, las cartas de menús suelen estar escritas en inglés e italiano, por lo que no deberíamos tener ningún problema.

Es imposible ver Roma en un sólo día, pero seguro que abre el apetito para una visita de mayor duración.

Y nos tenemos que marchar que hay que coger el tren para que nos lleve a Civitavecchia, no vaya a ser que se nos escape el barco y tenemos un problema.

Nos vemos a bordo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte III, Nápoles y Pompeya)

Pompeya, Nápoles, Italia. El crucero americano.
El Norwegian Jewel ya zarpó de Mesina y atraca en el puerto de Nápoles a primerísima hora de la mañana.

Nápoles no tiene la elegancia de Milán, ni la magestuosidad de Roma, ni el encanto de Florencia; pero es una de las ciudades más importantes de Italia y sí que tiene sus cositas buenas.

El puerto de Nápoles está en plena ciudad, por lo que desde el barco puedes visitar la ciudad sin tener que contratar excursiones. Con el plano en el bolso, podemos ver lugares increíbles, que mencionaré más adelante.

Antes de comenzar el tour turístico, hay que saber que el índice de criminalidad en Nápoles es bastante alto debido a la fuerte presencia de la camorra, la mafia italiana. Hay barrios como Scampìa y Secondigliano que se deben evitar en nuestra visita, pero afortunadamente, se encuentran alejados del centro histórico.

Siempre se ha dicho que Nápoles es una ciudad sucia, probablemente porque la camorra controla la gestión de basuras y no disponen de los medios suficientes para soportar los desechos de una ciudad de ese tamaño.

Es una ciudad muy industrial, y el puerto es la gran fuente de ingresos de la ciudad.

En Nápoles la comida es muy buena, aunque no se os ocurra pedir salsa bolognesa en lugar de napolitana, pues... señores, estamos en Nápoles y no en Bologna. Quizá les parece ofensivo, o la camarera que nos atendió tendría un día malo, lo que yo sé es que he pedido un bocadillo catalana en Madrid y nadie me miró mal. En fin, anécdotas que pasan.

El Castel dell'Ovo (Castillo del huevo)en el islote de Megaride está abierto al público. El Castillo Maschio Angioino (Castel Nuovo), el Palacio Real, La catedral de San Genaro, la galería Umberto y la basílica de San Lorenzo Maggiore; son lugares de interés en la ciudad.

En este crucero no visité durante muchas horas la ciudad porque preferimos coger una excursión a Pompeya.

Pompeya fue uno de los primeros pueblos itálicos fundado en el siglo VIII a.C.; por su posición estratégica entre el norte y el sur, y con acceso al mar, fue pronto conquistada por los griegos. Luego la tomaron los etruscos, después los samnios y finalmente el pueblo romano (después pasó a ser una colonia).

Suelto todo esto para que se vea la importancia de Pompeya en la época. Era un gran núcleo económico, industrial y comercial.

En el año 62 a.C Pompeya sufrió un grave terremoto que destrozó la ciudad en su mayor parte. Aún así, Pompeya se rehizo entera, las casas, los comercios, y reconstruyeron y ampliaron sus templos. Pero Pompeya tendría que sufrir todavía su mayor catástrofe y final. En el año 79 d.C. el Vesubio entró en juego, sepultando la ciudad bajo una capa de lava y con una nube de ceniza mortal.

La mayoría de los habitantes murió por asfixia.

Hasta 1860 no se comenzó a excavar de manera correcta, para devolver Pompeya a la vida (aunque sea de modo turístico).

En Pompeya también veremos calcos de personas que murieron en la erupción, hechos con yeso, aprovechando las cavidades de la lava. Son muy impresionantes. Ver a personas (a algunas se les ve claramente la dentadura) en la posición que fallecieron.

Hoy día, aún no han concluido todas las excavaciones, pero ya podemos ver en la ciudad lugares increibles, como el teatro, casas señoriales, el foro, casas de placer (las reconoceréis por los dibujos de las paredes que indicaban las posturas que ofertaban las "señoritas"). También se puede visitar el bar, cuya foto encabeza esta entrada, con los huecos excavados en el mostrador de donde se servían los diferentes vinos.

Y venga, nos marchamos ya para el barco. Que hoy día el Vesubio sigue activo... y nos queda mucho viaje por delante.

martes, 13 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte II, navegación y Mesina)

La torre del reloj. Mesina, Sicilia. Italia. El crucero americano.
En el día de navegación visitamos todos los bares del barco. Primero, sacamos un paquete de bebidas no alcohólicas, para no pagar cada refresco. Así, nos tomamos una Coca-cola en el Spinnaker, vimos el gimnasio (sólo por curiosidad, no me apetecía hacer bicicleta en mis vacaciones), fuimos al teatro, visitamos las tiendas, nos bañamos en el jacuzzi y las piscinas, visitamos la biblioteca y la sala de juegos de mesa, dimos una vuelta por la zona de videojuegos y nos asustamos con los precios de la zona de cibercafé.

Después de un cafelito en el Java Café y otro refresco en el Sky High Bar, nos fuimos a cenar. Ha sido un día duro, hay que acostarse temprano, aunque primero habrá que ver la discoteca, ¿no?.

Ahora sí, tras la disco y el bar del karaoke donde te ríes un montón, al camarote que hay que dormir un poco. El verdadero viaje comienza en el primer puerto y hay que tener energías para patearse todas las ciudades.

Después del día de navegación en el que hemos disfrutado del Norwegian Jewel al máximo, nos vamos de viaje a Mesina, en Sicilia.

Sicilia es la isla que parece que va a golpear la bota de Italia, y Mesina es el punto exacto donde se recibiría el impacto.

Es cierto que la bota de Italia no la ha golpeado de verdad, pero sí que numerosas desgracias han caído sobre esta ciudad.

Se cree que por su puerto entró la peste negra en Europa, ha sufrido guerras (incluyendo bombardeos en la Segunda Guerra Mundial), terremotos y tsunamis. Por lo que Mesina se ha reconstruido en numerosas ocasiones.

Es una ciudad diferente.

Se ha hablado mucho de la construcción de un puente entre Mesina y la península, pero nunca se ha llevado a cabo. Eso me recuerda a la canción de Los Mismos "será maravilloso, viajar hasta Mallorca. Sin necesidad de tomar el barco o el avión...".

La impresión que da es esa: una ciudad devastada en numerosas ocasiones, con una gran dejadez si la comparamos con otras ciudades italianas.


No tuvimos mucho tiempo para visitarla, aunque la catedral es visita obligada. Queda bien poco de la original del siglo XII. Pero la torre del reloj merece un vistazo. Son cuatro relojes, uno en cada cara de la torre. Unos marcan el calendario, otros la hora.

Y hablando de hora... nuestro crucero está a punto de marcharse, así que nos dirigimos andandito al puerto. Por cierto, de este mismo puerto partió nuestro ilustre Miguel de Cervantes Saavedra para la batalla de Lepanto.

Así que nos vamos para el puerto pero no para ir a la guerra, sino para disfrutar del fantástico crucero a bordo de Norwegian Jewel.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El crucero americano (parte I)

Norwegian Jewel. El crucero americano.


Mi primer gran viaje fue un crucero. Ya había estado antes en países como Italia y Francia, pero como volví a visitarlos con mayor profundidad, ya hablaré de ellos en su debido momento.

Como decía, mi primer gran viaje fue un crucero en el 2006. El nombre del barco es "Norwegian Jewel" de la compañía NCL, empresa de las Bahamas.

El barco en sí es una pasada. 16 restaurantes, 13 bares (uno de ellos con karaoke y varios con música en vivo), piscinas, gimnasio, teatro, tiendas, casino, etc.

Hay comida las 24 horas del día. Puedes ir al buffete, o ir a la zona de pizzería, también puedes pasar por el restaurante asiático o irte de tapas. Algunos restaurantes tienen un pequeño suplemento. Pero se puede comer genial sin gastar un sólo euro de más.

Cuando yo fui había un ticket especial para las bebidas no alcohólicas que costaba unos 50€ si no recuerdo mal, y valía durante toda la estancia. Por si no lo sabeis, lo caro de un crucero no es el viaje en sí, sino las bebidas y las excursiones.

El interior del barco se divide según la cubierta, a mayor altura, camarotes más lujosos y caros. La tripulación se aloja en las primeras cubiertas, donde los turistas no pueden acceder.

Mi camarote era un interior (sin ventana). Son pequeñitos, como en todos los barcos. Pero cumplen con todas las funciones. La cama, el baño y la televisión. Mejoré mi inglés bastante esa semana gracias a la BBC.

Antes de ir a un crucero hay cositas que se deben saber. Lo primero: Biodramina. Si eres de los que se marean en los viajes no olvides echarla a la maleta (o al bolso para tenerla a mano), las hay en pastillas y chicles. Y si eres de los que no se marean... echa una cajita por si las moscas. Es una sensación extraña notar que no pisas en tierra firme y los días de marejada, pueden ser bastantes molestos.

En segundo lugar: la ropa. Calzado cómodo, para poder patear en las ciudades. El bikini o bañador, para la piscina y los jacuzzis. Ropa blanca por si hay una "white party" donde todos se visten de blanco. Una rebeca o chaqueta (al menos) porque en alta mar hace bastante brisilla fresca. Vestido o traje de chaqueta, para la cena (o cenas) de gala donde todo el mundo se pone guapo para la ocasión. Y, dos tipos de pijama, uno de verano y otro de entretiempo. Que aunque sea julio o agosto... puede que tengas que usarlos.

En aquel viaje nos pusimos todos un poco regulares, porque tenían el aire acondicionado bastante alto (por ser moderada). Después de que todos nos quejásemos durante días, subieron la temperatura del interior, aunque para algunos fue demasiado tarde y tuvieron que soportar el catarro o la fiebre.

Mi marido (novio por aquel entonces) fue uno de ellos. Recuerdo que el médico del barco nos cobró un dineral (unos 60€) por la consulta y cinco Ibuprofenos. Así que ya sabeis, un pequeño botiquín es indispensable cuando se viaja.

La zona de las piscinas siempre está llena. Niños que corren, gente bebiendo en las tumbonas, niños que gritan, madres que gritan a sus hijos... y no hay mucha paz que digamos. Si quieres fiesta, genial. Si quieres estar más tranquilito, arriba hay una zona de hamacas con una ducha, por lo que puedes llevarte allí tu bebida y estar al solecito refrescándote un rato en calma.

Si no hablas nada de inglés es un crucero que se puede hacer complicado. Hay pocos camareros que hablan el idioma en el barco. Los filipinos suelen hablar español.

Lo mejor: desayunar viendo el mar. Lo peor: la comida. Digamos que los americanos no son los mejores chefs del mundo. Si sois de paladar fino, es mejor coger un barco español o italiano. Y no os preocupéis por los kilos de más. En un crucero, si procuras verlo todo, volverás con un sobresaliente en la operación bikini.

Con este barco salimos desde el puerto de Barcelona. Este era el itinerario: Barcelona, España. -Navegación. - Mesina (Sicilia, Italia) -Nápoles (Nápoles, Pompeya), Italia. - Civitavecchia (Roma), Italia. - Livorno (Florencia / Pisa), Italia. - Villefranche (Niza, Mónaco), - Barcelona, España.

Está bien que el día de navegación (siempre suele haber uno) sea al principio, porque así vas conociendo el barco y consigues que encontrar tu camarote o el bar que te gusta no se convierta en una odisea.

Ya que sabemos el recorrido, soltamos las maletas y vamos al simulacro de emergencia (sí, hay que ponerse los chalecos salvavidas y escuchar toda la historia).

¿Todo listo? Pues zarpamos.