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jueves, 16 de febrero de 2012

Cinco días en París (parte I, la Ópera Garnier, el Barrio Latino, Sena, Campos Elíseos y Arco del Triunfo)

Ópera Garnier, interior. París. Francia.


Estamos en el verano del 2009 y acabamos de aterrizar en la ciudad de la luz (Ville Lumière). Hemos llegado tempranito así que cogemos un taxi hasta el hotel para poder después aprovechar la mañana. Escogimos el hotel por su ubicación (fantástica) en Rue de Trevise, muy cerquita de la parada de metro de Grands Boulevards. El Gotty Opera Hotel es un tres estrellas con algunas deficiencias importantes: las paredes son de papel (en sentido figurado), el hall diminuto y el ascensor... bastante regular. Lo bueno: tenía el desayuno incluido (aunque nada del otro mundo), el precio estaba super bien y el personal era muy amable. Está claro, si vas al extranjero tienes que restar una estrella para equipararlo con un hotel español.

París es una ciudad preciosa, así que como es lo que hemos venido a ver (aunque no es nuestra primera visita) es en lo que nos centraremos. Soltamos las maletas y nos vamos a guiriguear.

Lo primero que hacemos es ir en metro a la parada del Louvre para comprar la Paris visite. Es una tarjeta que te sirve para poder viajar en el metro, autobús, tren y tranvía por la ciudad; también te hace descuento en los museos. A nosotros por esa fecha nos compensaba, ahora es cuestión de volver a mirar y ver lo que se va a mover cada uno.

Comprada la tarjetita cogimos el metro (hay que amortizarla) para ir a la Ópera Garnier (parada de metro: ópera). La Ópera Garnier y la Ópera de la Bastilla forman la Ópera Nacional de París. La Ópera Garnier, edificada por orden de Napoleón III, debe su nombre a su arquitecto:  Charles Garnier. Es un edificio neobarroco impresionante, desde una fachada inconfundible a un interior espectacular con unas escaleras inolvidables que impresionan a todos desde su inauguración en 1875. Una visita imprescindible para todo aquel que visite esta ciudad.
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Para hacer un poco de tiempo antes de ir a comer, damos una vuelta por Grands Boulevards (aunque de noche tampoco tiene desperdicio). Así pudimos ubicar el McDonalds (ya sé que es delito estando en París), muchos más restaurantes y tiendas de todo tipo. Es una auténtica avenida comercial donde caminar se convierte en un paseo agradable. A comer, que hay hambre.

Si no vas muy suelto de dinero lo mejor es comer en el Barrio Latino (Quartier Latin); las paradas de metro de Saint Michel Notre-Dame  o Clunny-Sorbonne te dejan allí mismo. En Rue de la Harpe comimos en Le Gyros, un restaurante griego con la mejor salsa de yogur que he probado en mi vida; aunque también es cierto que teníamos mucha hambre.

El Barrio Latino, para ubicarnos, está alrededor de la universidad de la Sorbonne y llega hasta el Sena. Por cierto, la plaza de la Sorbonne es un lugar bonito para ver. Una de sus calles principales es Rue des Écoles y  otra, Boulevard Saint Michel. En el barrio latino se puede comer muy bien de calidad y de precio. París es bastante cara para un bolsillo español en lo que a restaurantes se refiere. En el barrio latino hay muchos restaurantes de diferentes especialidades, por lo que merece la pena comer allí.

Teniendo en cuenta que hemos llegado hoy, el cuerpo se resiente después de comer, por lo que haremos algo tranquilito antes de seguir pateando la ciudad. Nos vamos a orillas del río y allí cogemos un crucero por el Sena de una hora, que cuesta entre 9 y 10 euros. El precio es bastante asequible para la panorámica que vas a tener de la ciudad, hay muchas compañías, así que mejor comparar antes de comprar los tickets. Ofrecen cruceros con comidas o cenas, mucho más especiales, con precios tan dispares como por 20€ u 80€, depende de la compañía y de lo que ofrecen.

Cogemos el metro hasta la plaza de Concorde (parada Concorde), y caminamos por Los campos Elíseos hasta la plaza Franklin D. Roosevelt. Por el camino veremos a la izquierda el Gran Palais y el Petit Palais; y a la izquierda, el Teatro Marigny. Si queremos, podemos seguir caminando por los campos Elíseos hasta llegar al Arco del Triunfo, o bien podemos coger el metro hasta la parada de Charles de Gaulle-Etoile para admirar esta maravilla construida por Napoleón Bonaparte.

Es tardísimo, es hora de ir a cenar y volver al hotel (que aún la ropa está en las maletas), tomar una ducha y a descansar, que mañana será otro día y queremos seguir guirigueando.

Bonne nuit.


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