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domingo, 26 de febrero de 2012

Cinco días en París (parte IV, Versalles)

Palacio de Versalles, Francia


Esta mañana desayunamos muy tempranito y nos dirigimos a la estación de tren de Notre-Damme para coger el tren (RER C) hasta Versailles Rive Gauche. El trayecto dura poco más de media hora (36 minutos para ser exactos) y su precio es de 3.25€. Podéis comprar ida y vuelta, o comprar otro billete en Versalles al terminar la visita; hay trenes constantemente.

El tren nos deja a un paseillo andando del Palacio. Pero es una caminata que se hace con gusto (unos diez o quince minutos, depende del ritmo) pues nos vamos acercando a esa gran obra arquitectónica. No tiene pérdida.

Lo mejor para ir al palacio es comprar las entradas por internet, pues nos evitaremos una cola. Si ya tienes entrada comprada vas directamente a la entrada A (bueno, a la larga cola de gente que hay para acceder a la entrada A); si no se tiene entrada, hay que ir a la inmensa fila de personas que hay en el lado izquierdo, las personas que guardan su turno para acceder a taquilla. Lo mejor es ir bien temprano y si puede ser con entrada, mejor que mejor. Podéis comprar la entrada en su página web oficial. El precio va desde los 18 a los 25€, pero hay que asegurarse que tenemos acceso a los jardines, totalmente indispensables en nuestra visita. Una vez en la entrada, nos darán una audioguía (disponible en español) para el interior del palacio.

El horario del Palacio en temporada alta es de 9 a 18:30, pero en temporada baja cierran a las 17:30; aunque no se admiten nuevas visitas media hora antes de cerrar. Los otros palacios (Trianón y Dominio de María Antonieta) abren a las 12 y cierran a la misma hora que el Palacio. Los jardines abren a las 8 de la mañana y cierran a las 20:30 en temporada alta, y a las 18:00 en la baja.

Ahora sí, respiramos hondo, miramos al frente y sonreímos. Señoras y señores, bienvenidos a Versalles.

Versalles. ¿Qué sabemos de Versalles en realidad?. El Palacio de Versalles (Chateau de Versailles) era en su origen un pequeño pabellón que la realeza utilizaba para ir de caza. Por aquel entonces, los reyes vivían en el Palacio del Louvre (sí, ese que ahora es un museo) ubicado en pleno centro de la capital de Francia, París. Fue Luis XIV, el famoso Rey Sol, quien mandó construirlo como lo conocemos hoy, como el colosal e impresionante Palacio de Versalles. Pero... ¿Por qué?.

Luis XIV fue conocido como el "Rey Sol" y como "Luis el Grande"; fue uno de los monarcas más importantes y relevantes en toda la historia. Convirtió a Francia en el máximo poder europeo en sus años de reinado (más de 70). Pero para conocer el motivo de la construcción del Palacio de Versalles debemos ir hasta su superintendente de Finanzas, Nicolas Fouquet.

Nicolas Fouquet había heredado unas tierras en Vaux, unas tierras en la actual población francesa de Maincy. Económicamente no le fue mal la cosa. Tuvo dos mujeres (la primera falleció en el parto de su primera hija) que le dieron unas dotes considerables. Y Luis XIV lo nombró su superintendente de finanzas en 1653. Ese mismo año decidió que quería algo más. Y en aquellas tierras de Vaux (que sólo tenían un palacete viejo), desvió un río, compró más tierras y mandó construir al renombrado arquitecto Luis Le Vau la construcción de un gran palacio, y al paisajista André Le Notre, el diseño de sus jardines. Concluido el palacio en 1658, el pintor Charles Le Brun se instaló en el palacio para decorar el interior.

Todo el mundo hablaba del Palacio de Vaux Le Vicomte, propiedad de Nicolas Fouquet. Era un palacio nuevo con esplendorosos jardines. Dio numerosas fiestas allí, donde recibió a la corte con fuegos artificiales y banquetes para un millar de personas. El rey se puso celoso e, instigado por su ministro Jean-Baptiste Colbert que ansiaba el cargo de Fouquet, en 1661 ordena su arresto por malversación. Quien lo detiene es D'Artagnan, capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey; a quien Alejandro Dumas convertiría en personaje de su archiconocida novela Los tres Mosqueteros. Nicolas Fouquetv murió, encarcelado en la fortaleza de Pignerol, unos veinte años más tarde en extrañas circunstancias.

Con todos los bienes de Fouquet en su poder y deseoso de llamar la atención, el Rey Sol se propuso construir el palacio más imponente e impresionante del momento: el Palacio de Versalles. Y vaya si lo consiguió. Sabía quiénes podrían hacer un palacio magnífico: los responsables del palacio de su exsuperintentente de Finanzas. Así, la construcción del complejo recayó sobre el arquitecto Louis de Vau, el paisajismo corrió a cargo de André Le Notre y Charles Le Brun se encargó de la decoración interior.

El complejo de Versalles, declarado patrimonio de la Humanidad desde 1979, tiene varias partes: el Palacio,  el Grand Trianón, el Petit Trianón o el Dominio de María Antonieta y El Jardín.

En primer lugar tenemos el Palacio, que era la residencia de Luis XIV y su corte. Hay que destacar, cómo no, la famosísima Galería de los Espejos. La Cámara del Rey y la Cámara de la Reina son dignas de ver. Lo mejor es recorrerlo con la audioguía, que nos dará en español la información de cada sala. Aquí podéis ver sus obras más destacadas.

El palacio Gran Trianón se construyó para Madame de Montespan, favorita oficial del rey desde 1674 hasta 1691. Sus correrías también se llevaban a cabo en el Palacio, ordenando incluso la creación de una puerta entre sus aposentos (los del rey y los de Montespan), pero el rey le obsequió con este palacio que ella decoró con lujosas piezas de arte. Al fin y al cabo, era la favorita del rey y manejaba la corte a su antojo; al menos hasta que aparece en escena Madame de Maintenon... pero eso ya es otra historia.

El Petit Trianón (o pequeño Trianón) es de construcción posterior. Luis XV lo mandó construir para su favorita Madame Pompadour, al igual que su bisabuelo Luis XIV construyó el Gran Trianón para su favorita del momento. Sin embargo, Madame Pompadour no vió acabado su regalo al morir con anterioridad a la culminación del mismo. Así que, Luis XVI, nieto de Luis XV, quien se lo regaló a su esposa María Antonieta. De ahí que el Petit Trianon pasara a denominarse "El Dominio de María Antonieta". La reina se refugiaba allí de las presiones de la corte del Palacio y, según cuentan los malos rumores, también utiliza el Dominio para sus escarceos amorosos.

En los jardines de Versalles nos olvidamos de reyes, traiciones, mosqueteros e infidelidades. El jardín es algo que nos permite sentir, vivir la naturaleza. Es un lugar donde los árboles y plantas ofrecen un escenario idílico en el que pasear. Nos imaginamos las grandes fiestas que allí ocurrieron, paseamos en silencio de la mano por uno de sus senderos sin cruzarnos con nadie: es tan grande aquello que te puedes perder un rato. Olvidas que estás de vacaciones, que estuviste una hora haciendo cola para entrar o que pagaste demasiado por el almuerzo en el restaurante. Estás en Versalles y, en sus jardines, puedes sentir lo que eso significa. Aquí lo tenéis a vista de pájaro.

Para acabar la visita, vamos a ver el espectáculo del agua. Las fuentes y las luces juegan al ritmo de la música. Es bonito.

Y se acabó el día. Agotados hasta casi la extenuación (ver los jardines completos es más complicado de lo que puede parecer en un principio) nos vamos andando hacia la estación de tren. Una parada en el Starbucks para no quedarnos dormidos en el trayecto y de vuelta al hotel.

Qué cansancio. A dormir, que voy a soñar que paseo por esos jardines llenos de magia. Magia... mañana toca Disneyland Paris... ¿A que me encuentro a Mickey Mouse paseando por Versalles en mi sueño?

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