Allá por el 2006 es cuando empecé realmente a guiriguear. Anteriormente ya había salido de España, pero esos viajes de fin de curso... digamos que no te conviertes en un turista discreto y conocedor, sino en un transeúnte que tiene un tatuaje en la frente que pone "made in Spain".
Primero, creo que debería explicar lo que para mí es guiriguear.
Vivo en la Costa del Sol, donde cohabitan malagueños y guiris gambas con sus sandalias con calcetines blancos paseando por el paseo marítimo. Americanos, alemanes, ingleses, daneses, finlandeses y un largo etcétera de turistas que beben cerveza, disfrutan de la playa y comen "pescaito frito".
He visto precios diferentes para guiris, cómo le vendían tours inútiles, cómo eran presa de los carteristas y, sobretodo, he visto que lo que veían de España: cerveza, playa, pescado, sol, flamenco y toros. Y España es mucho más.
Así que me propuse que, cuando viajaba, debía convertirme en una de ellos. Hacer de "extrangis" cositas de turitas, pero infiltrarme entre la población del lugar. Usar el metro junto a los trabajadores, comprar en supermercados, ahorrarte colas innecesarias, montarte en tren...
Siempre vas a ser un turista, que no se te olvide, y hay que disfrutar de ello. Pero tú eres el visitante, y debes adaptarte al entorno. Hay que sentir que vives allí. Vale, sólo serán unos días y volverás a tu patria querida, pero si te sientes como si vivieses allí la experiencia es mucho más gratificante.
En cada ciudad tienes tu casa-hotel, dinero para gastar y tiempo. Eres todo un afortunado. Así que ponte calzado cómodo y vente conmigo a guiriguear.
